La oferta de liquidez (Activo) sobre la demanda de liquidez (Pasivo) se conoce como exceso de liquidez. Este es uno de los indicadores que se usa a la hora de determinar la situación de la Eurozona.
De este modo, ante una situación estable del mercado, en la que suponemos que el mercado interbancario funciona correctamente, los bancos canalizarían la liquidez entre ellos a través de todo el sistema de la Eurozona. Esto supone que el sistema absorbiese toda la liquidez disponible, ya que el coste de oportunidad de mantener exceso de liquidez sería muy elevado.
Dicho de otro modo, el sistema de la Eurozona se diseñó para que en condiciones normales, los bancos se prestasen sus excesos de liquidez entre ellos, antes que depositarla en el BCE. El problema fue que al llegar la crisis financiera, el riesgo de contrapartida comenzó a tomar un papel importante.
Por ello, se llegó al punto en que los bancos decidieron depositar el exceso de liquidez en el Banco Central (ya que se remuneraba mediante un tipo positivo de la facilidad de depósito), antes que llevar esa liquidez al mercado interbancario, y así disminuir al mínimo el riesgo adquirido en cada operación.
Las operaciones entre los bancos disminuían, lo que implicó un incremento del coste de estas. El gráfico muestra la evolución de los tipos desde 2008. Vemos cómo se aprecia que a finales de Agosto de 2008 se produjo la crisis de liquidez, tal y como se puede apreciar en el gráfico de los tipos de interés más importantes en la Eurozona, siendo uno de los más importantes, la facilidad de depósito, señalado en verde.
Source: Bloomberg
Ante esta situación, la mayoría de los participantes de este mercado interbancario se ven obligados a acudir al BCE en busca de liquidez. Como se muestra en el gráfico se llegó a alcanzar un exceso de liquidez de hasta 800 billones.
Source: Bloomberg
Para intentar reducir este exceso de liquidez, el BCE tuvo que llevar a cabo medidas extraordinarias que, desde su creación en 1998, en ningún momento se había planteado. Llegó el punto en el que se decidió que la mejor medida, para que la liquidez comenzase a circular como en periodos anteriores a la crisis, era establecer la facilidad de depósito en tipos negativos (-0,20%). Penalizando de este modo a los bancos que solicitasen liquidez al BCE por encima de las necesidades que realmente tenían, y que así se viesen obligados a buscar una salida a ese exceso de liquidez, introduciéndola de nuevo en el sistema.
En siguientes post, analizaremos las consecuencias que ha tenido para los bancos el establecer un tipo negativo de facilidad de depósito.