Actualmente, escuchamos a diario noticias sobre agencias de calificación crediticia, cambios en la calificación de un país, estimaciones de una agencia sobre una determinada calificación crediticia etc. El objetivo de esta entrada es obtener una visión general sobre qué es una agencia de calificación crediticia y a qué se dedica.
Una agencia de calificación crediticia es una entidad que se encarga de analizar y evaluar, desde una perspectiva independiente, los riesgos financieros con los que cuentan las haciendas públicas y empresas emisoras de papel mercantil (acciones, deuda etc.). Para ello, llevan a cabo modelos econométricos que les sirven para valorar el potencial económico del ente objeto de estudio, basándose en la obtención de un volumen elevado de información económico-financiera sobre la sociedad analizada.
Los principales usuarios de los servicios de las distintas agencias de calificación son inversores, emisores, banco de inversión, intermediarios y gobiernos. Es habitual que cuando una determinada institución quiere emitir deuda o pedir financiación al mercado, solicite una evaluación a las distintas agencias de calificación crediticia.
Los pagos realizados por los emisores que solicitan una evaluación de la deuda que van a emitir suponen la principal fuente de ingresos de las agencias de calificación crediticia. Cabe destacar el conflicto de intereses existente en este tipo de negocio, dado que las agencias reciben dinero por llevar a cabo una evaluación que, en caso de ser negativa, va a perjudicar de una manera muy importante a la entidad objeto de estudio. En el caso de obtener una buena calificación, el pago de la tarifa a la agencia de calificación crediticia supone una inversión para los emisores de deuda, dado que una buena calificación les va a permitir reducir su tipo de interés por comprometer un menor riesgo para el inversor. Es importante resaltar que no es obligatorio disponer de una evaluación para poder emitir, si bien es cierto que la influencia de la calificación crediticia a la hora de llevar a cabo una emisión es muy alta, y no disponer de ella podría tener consecuencias en los mercados.
Si bien es cierto que existen multitud de agencias de calificación crediticia, la realidad es que se trata de un oligopolio dominado por tres grandes agencias:
- Standard and Poor´s (S&P): se trata de la más conocida de las tres. Es una empresa propiedad de la compañía MCGraw-Hill que provee publicaciones, información y cobertura sobre los mercados mundiales de capital, así como la publicación de índices sobre los mercados de acciones, siendo el más reconocido el S&P500. Las calificaciones de S&P para diferenciar a los prestatarios de mejor a más baja calidad son: AAA, AA, A, BBB, BB, B, CCC, CC, C y D. La calificación para una inversión razonable va de BBB o mayores. S&P usa un signo más y un menos para designaciones intermedias.
- Moody´s: comenzó en 1909 como una compañía de publicación, emitiendo guías sobre bonos de los ferrocarriles llamados Moody´s Manuals. Más tarde expandió su cobertura a bonos municipales y comerciales, y es llamada ahora “Moody´s Investment Services”. Utiliza las siguientes calificaciones: Aaa, Aa, A, Baa, Ba, B, Caa, Ca y C. Se agregan números para realizar designaciones intermedias como Baa1, Baa2, entre otras. La calificación de inversión razonable es Baa o mayor, cualquier otra por debajo es considerada especulativa o basura.
- Fitch: propiedad de una sociedad francesa, Fimalac SA, Fitch opera internacionalmente y ofrece tanto investigaciones financieras como servicios de calificación de riesgo. Siendo la más pequeña de las tres grandes, Fitch usa la misma escala que S&P (Standard & Poor´s).
Desde el inicio de la crisis en 2008, las agencias de calificación han sido objeto de múltiples críticas que apuntan a que dichas agencias no fueron capaces de vaticinar los riesgos existentes en multitud de productos financieros que se manejaban en los mercados. Prueba de ello es el caso de Lehman Brothers que, días antes de su quiebra, contaba con niveles normales en su calificación crediticia.
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Estas críticas, unidas a las constantes dudas sobre la independencia de las agencias de calificación, hicieron plantearse a la Unión Europea la creación de una agencia de calificación para plantear una alternativa al oligopolio existente.
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